Una gran parte de la actividad empresarial se sustenta en un actor humilde, que no es objeto de grandes titulares ni de demasiadas charlas de gurús: las redes de telecomunicaciones. Estas infraestructuras han mostrado una gran robustez y unas buenas prestaciones durante la pandemia. Muchos sectores han podido mantener su actividad gracias a ellas. Sin embargo, las telecomunicaciones están experimentando un cambio tecnológico profundo que puede definir una nueva era, al acelerar la conectividad y la capacidad de las redes de acceso y las infraestructuras troncales de transporte. Ello puede transformar los modelos de negocio de los operadores de telecomunicaciones y precipitar la convergencia con la computación para crear nuevos ecosistemas digitales. Además, creo que es importante atender la dimensión geoestratégica de estos cambios.
El nuevo ciclo tecnológico: 5G, Open RAN y Network Slicing
La tecnología 5G de alta velocidad y baja latencia, facilitará la transición hacia estándares abiertos, como open RAN (redes de acceso por radio), para facilitar la inter-operatividad y la conexión de tecnología de las estaciones base de radio que transmiten y reciben el tráfico de los terminales, de los teléfonos móviles y de los dispositivos de la internet de las cosas (IoT). Las redes abiertas estarán gobernadas por estándares comunes, lo cual potenciará el efecto de creación de mercado, la reducción de precios y, probablemente, la innovación abierta entre las empresas tecnológicas. Al no tener que depender de un solo proveedor para todos los equipos, se reducirá el efecto «lock-in» entre los operadores y las empresas tecnológicas y se potenciará la competencia.
El network slicing permitirá crear diferentes redes lógicas superpuestas sobre una misma infraestructura física. Esta tecnología ofrece la posibilidad de inventar y reinventar los modelos de negocio de los operadores de telecomunicaciones. Por ejemplo, un sistema de movilidad basado en vehículos autónomos necesitaría una computación distribuida de muy altas prestaciones, una gran cantidad de sensores dentro y fuera de los vehículos y redes de muy baja latencia que, además, permitieran al mismo tiempo transmitir información sobre sistemas de movilidad, entretenimiento y aplicaciones empresariales, lo cual requeriría distintas redes lógicas trabajando en paralelo.
Estas tendencias – 5G, Open RAN y Network Slicing – abrirán la industria de las telecomunicaciones hacia las empresas de desarrollo de software. Esta es, sin duda, una gran oportunidad para Europa, de gran tradición de empresas de tecnología en telecomunicaciones, como Ericsson, Nokia y Siemens, entre otras, que pueden adquirir una nueva posición competitiva y potenciar la creación de ecosistemas de innovación.
El impulso de la inversión en infraestructuras de gran capacidad
Una de las principales líneas de inversión de Google, Facebook y Microsoft son las telecomunicaciones. Google, por ejemplo, está invirtiendo en los proyectos de cable submarino entre los Estados Unidos y Chile, Argentina y Brasil,[i] o en la conexión del sur de Europa con el Oriente Próximo,[ii] para añadir más conectividad a su ya impresionante red global. Facebook sigue invirtiendo en cables submarinos y en redes que conecten los Estados Unidos con África.[iii] Microsoft también apuesta por el sector de las telecomunicaciones, no solo como accionista de infraestructuras como cables submarinos, sino con la adquisición reciente de empresas como Affirmed Networks, especialista en visualización de redes; Metaswitch, una empresa de desarrollo de software para telecomunicaciones, y la apuesta de Azure Cloud para operadores.
Solo en 2021, China ha iniciado el despliegue de 21 nuevos cables submarinos para dotar de mayor conectividad diferentes ciudades y regiones del país, además de reforzar su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda para crear infraestructuras con Europa, Oriente Próximo y África,[iv] así como potenciar la conectividad con Hispanoamérica, reinventando la primera línea comercial transoceánica de la historia -el Galeón de Manila-, que creó el primer ecosistema económico global entre el Imperio español y China durante 300 años (siglos xvi-xix). Parece que China sí recuerda este hito económico en la historia y apuesta por Iberoamérica. Quizás esto explique que cuando Xi Jinping felicitó a Gabriel Boric – nuevo presidente de Chile – se mostrara abierto a continuar en la alianza estratégica entre ambos países. Entre otras iniciativas, una muy relevante es el proyecto Antídopas, un cable submarino de 2.000 millones de euros que conectaría ambos países para transmitir energía fotovoltaica desde Chile al gran país asiático.
La apuesta por las infraestructuras de alta capacidad también se da en España. El negocio creciente de Cellnex Telecom y su evolución bursátil al alza (su acción ha crecido un 280% entre 2015 y 2021) se explican, entre otras razones, por su expansión en infraestructuras. Un buen ejemplo de ello es la compra de 10.500 torres de telecomunicaciones a Altice (Francia) por 5.000 millones de euros, a la cual seguirá una ampliación de 7.000 millones. Por su parte, Lyntia dispone de 35.000 km de fibra «oscura» y da servicio de alta capacidad a empresas en zonas de alta densidad de población, a grandes centros de procesamiento de datos y a multitud de pequeños operadores de telecomunicaciones en zonas españolas que los operadores tradicionales han desatendido.
La búsqueda de escala explica la reciente adquisición de Euskaltel por parte de MásMóvil por 2.000 millones de euros. Este mismo año, el fondo de capital riesgo KKR lanzó una opa sobre Telecom Italia por 11.000 millones de euros, lo cual disparó la cotización de esta empresa un 30% y la de Telefónica, un 6%.
La transformación de los modelos de negocio de los operadores de telecomunicaciones
Con esta transformación tecnológica en acceso y redes troncales, los operadores de telecomunicaciones precisan de una renovación urgente en sus modelos de negocio. El incremento de la competencia y la progresiva reducción de precios en los servicios ha llevado a grandes operadores como Telefónica, Orange o Vodafone a procesos de reestructuración muy severos o a evaluar la venta de activos críticos y centrales en el negocio como infraestructuras de fibra óptica.
Los operadores han apostado en la última década hacia servicios hacia particulares, como la televisión de pago, los derechos sobre el fútbol, la seguridad y otros servicios. Pero estos representan tan solo el 22% de su facturación total, por término medio[v] y donde se experimenta mayor sensibilidad a los precios, lo que explica las altas tasas de abandono y rotación de clientes.
En mi opinión, la gran oportunidad pasa por la transformación de los modelos de negocio existentes apalancando las nuevas tecnologías e infraestructuras hacia las empresas. Según diversos informes[vi] en 2026 el sector industrial podría generar el 56% de los ingresos en redes de alta velocidad (5G) seguido por la banca, con un 31%, y el comercio, con el 27%.
Los nuevos ecosistemas de innovación abierta en software y computación
La cuestión es que las redes de telecomunicaciones de nueva generación dejarán de ser los cuellos de botella de los ecosistemas digitales. Por ello seguramente veremos una creciente convergencia con sistemas de computación. Volviendo al ejemplo de los sistemas de movilidad urbana, en 2018, Microsoft y Ford realizaron un experimento en Seattle para abordar este problema. Con computación cuántica y aplicando los algoritmos adecuados, consiguieron -para un conjunto de 5.000 vehículos- reducir un 70% los atascos y las congestiones y ahorrar los tiempos de desplazamiento un 10%, lo cual se traducía en un ahorro total de tiempo de unas 55.000 horas.
Un ecosistema de transporte como el descrito precisará de redes de telecomunicaciones de nueva generación que conecten nuevos sistemas de computación que incorporen nuevas formas de desarrollo de software y bases de datos que escalen al menos a la misma velocidad que la de cálculo de los computadores cuánticos y la transmisión de datos. Esta es la razón por la cual Google Cirq e IBM Qiskit impulsan marcos de referencia para el desarrollo de algoritmos de nueva generación, preparando la era cuántica.
La cuestión es qué papel van a jugar los operadores de telecomunicación en la creación de ecosistemas de innovación de aplicaciones y servicios digitales. A medio plazo, por ejemplo, con sistemas de computación distribuidos y próximos a los dispositivos conectados a internet (Edge Computing)
La dimensión geoestratégica
La economía es cada vez más dependiente de cómo se crea, se concentra y se distribuye la información, el conocimiento y la innovación. Por ello las telecomunicaciones tienen una importante dimensión de economía política. Por ejemplo, cómo se conectan países con infraestructuras de gran capacidad o cómo se provee el acceso a servicios digitales.
Las telecomunicaciones precisan de estándares globales de interconexión. La definición de estos estándares se realiza por medio de instituciones globales y alianzas donde se están redibujando reglas de poder. En el caso de las antenas open RAN es la O-RAN Alliance. En 2021 Nokia y Ericsson suspendieron temporalmente el trabajo técnico y la financiación del grupo, ante las posibles sanciones que los Estados Unidos podrían imponer en caso de que las empresas europeas colaboran con empresas chinas[vii]. Recordemos también que desde 2019 China a través de ZTE y Huawei – propuso a la ONU el cambio del estándar global de internet: el protocolo IP, para reinventar internet y permitir un mayor control de la red por parte del Estado.
La larga tradición de la industria de las telecomunicaciones europea y española puede generar alianzas globales para posicionarse en el futuro. Esta cuestión requiere de pensamiento a largo plazo y conocimiento de la historia. Los operadores y las empresas de tecnología europeas pueden avanzar, en este nuevo año, en inversiones que los preparen para orientar sus propuestas de valor hacia servicios innovadores con el fin de anticiparse en nuevos mercados. Por ello, las telecomunicaciones pueden alterar los equilibrios de poder actuales entre países y bloques y por ello, pueden permitir un posicionamiento diferente.
Existe una dimensión política en las decisiones de los países, de operadores de telecomunicación y de la industria tecnológica, como representantes de la Unión Europea que no puede obviarse. ¿Cuál es la estrategia de Europa? ¿Cuál la de España en su relación con el mundo Hispano del que forma parte? En el caso de Telefónica, es compresible desde la óptica económica su concentración en sus mercados más rentables: España, Alemania, Reino Unido y Brasil. En el caso de Hispanoamérica ha creado un spin-off para la gestión de sus operaciones.
Y nos seguiremos preguntando cuando será posible alcanzar alianzas en ambos hemisferios que permitan a la comunidad de 600 millones de hablantes de español una posición diferenciada en infraestructuras de telecomunicaciones, precisamente para defender sus legítimos intereses en el orden mundial.
Creo que en diplomacia, hay que mirar detenidamente y largo plazo para comprender los retos, también las oportunidades, y darles forma. Posteriormente, habrá que tejer relaciones, complicidades y crear espacios para el diálogo. Y crear alianzas para influir en la toma de decisiones global.
En definitiva, en mi opinión, en el año 2022 será muy interesante ver la evolución de las telecomunicaciones: por las inversiones en innovación tecnológica, por la emergencia de nuevos modelos de negocio con nuevos ecosistemas de innovación y atendiendo a sus dimensiones geoestratégicas. Y acaso sea esta la gran oportunidad de España y de Europa para empezar a crear las condiciones que permitan crear un proyecto a largo plazo para buscar las alianzas adecuadas, también en Hispanoamérica, definiendo las bases de una nueva geoestrategia que pueda competir con Estados Unidos y China.